viernes, 8 de marzo de 2024

 

La Virgen y la sombra

A las dos de la madrugada Joaquín Moraleda de Provoste me llamó por teléfono. Una llamada inquietante de alguien que se caracteriza por su prudencia y recato. Moraleda de Provoste, de profesión restaurador, llevaba algunos años investigando a oscuros artistas europeos que llegaron a América entre los años 1580 y 1660. Sus obras representaban visiones infernales. Concepto novedoso para la población inculta de este continente. Joaquín estaba obsesionado tras la huella de un personaje: el Abate Vidaurre de Jaén y su serie de las tentaciones, específicamente Locura y lujuria sacrosanta

En su voz detecté una ansiedad y energía que no le eran característicos.

 -          Martín, discúlpame por llamar a esta hora, pero necesito que lo sepas a la brevedad…

 -          Tranquilo Joaquín, ya me he despabilado, así que dime que te ha pasado.

 -          ¿Recuerdas aquel cuadro que encontramos en la colección de las Carmelitas hace unos años que se llamaba “La virgen y la sombra”?, la que hoy tengo en la pared de mi despacho…

 -          Ahhh, si claro, la hermosa virgen con rostro cómo porcelana… de un pintor de la escuela portuguesa…Figueredo, Figuereido…ehhh?

 -          Cristovao de Figueiredo

 -          Por cierto, la recuerdo, una pintura más bien ingenua, pese a la escuela como tú mismo me dijiste cuando la encontramos.

 -          Bueno, pues he descubierto que esa pintura no fue pintada acá en América. ¡Fue el propio Abate Vidaurre de Jaén quien la trajo desde Europa ya pintada!

 -          ¿Y que tiene eso de particular Alfonso?

 -          No recuerdas que la Iglesia católica de América no aceptaba en aquel entonces ni literatura, ni pintura que medianamente blasfemara a Dios? …Bueno, recuerda que esa pintura representa a Cristo cómo una sombra que intenta seducir a la virgen…

 -          Pero Joaquín, esa fue una suposición tuya y quizás de las monjas Carmelitas hasta dónde recuerdo, casi en broma, pero no era así, era una hermosa virgen.

 -      Respondí aplacando a mi excitado amigo. 

-            Escúchame Marcial, eso no importa ahora, lo que no sabes es lo que esa pintura esconde.

 -          Explícate, ¿a qué te refieres?

 -          Mira, comencé un trabajo de restauración y….

 

La señal telefónica se cortó. Un intento de llamada mío dio con la línea de Joaquín ocupada. Esperé pacientemente que él me llamara de vuelta. No lo hizo. Me dormí.

Al despertar la mañana siguiente recordé lo sucedido y me extrañó que Joaquín no volviera a llamarme, dado el estado de excitación en el que se encontraba. 

Decidí ir a su casa, dónde por supuesto tenía su magnífico estudio.

El día estaba nublado y frío, pero la brisa matinal llenó mis pulmones de aire puro, por lo que decidí caminar las quince cuadras que separaban mi casa de la de Alfonso.

“Cristovao de Figueiredo entre 1522 y 1533, trabajó en el Monasterio de Santa Cruz en Coimbra y, en 1533, de nuevo se unió Garcia Lopes Fernandes y Gregório en la pintura de retablos para el monasterio de Ferreirim, cerca de Lamego .

Muchas de sus pinturas se encuentran ahora en el Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa y el Museo Machado de Castro de Coimbra.” Eso era todo lo que había podido encontrar del artista lusitano en mi biblioteca esa mañana mientras desayunaba.

 No había sido un eximio, pero tampoco un desconocido. Lo curioso es que entre la descripción de sus obras “La virgen y la sombra” no se mencionaba.

 

Al acercarme a la casa-estudio de Joaquín se me paralizó el pelo de la nuca. Había allí al menos tres coches policías con sus balizas azules, una gran camioneta blanca con sus puertas traseras abiertas y decenas de personas arremolinadas tratando de ver.

Aceleré mi paso y no sin dificultad persuadí al policía que intento detenerme.

Entré a la estancia. Lo que ví fue macabro.
Joaquín Moraleda de Provoste yacía boca arriba con los ojos muy abiertos y sus manos cómo garras. En el centro de su pecho una enorme mancha púrpura rodeaba un puñal de mango negro.

A su lado, el teléfono descolgado en el suelo y un libro amarillento abierto.

Sobre su escritorio había un documento manuscrito de su puño y letra probablemente muy reciente.

No sé cómo salí de allí sin vomitar. Joaquín había sido asesinado mientras hablaba conmigo.

 Corrí a mi casa y saqué de entre mis ropas el documento que hurté de la escena del crimen. Su título era “Locura y lujuria sacrosanta del Abate Vidaurre de Jaén”

Tras algunas páginas de lectura de hechos que ya conocía, me detuve en uno.

El Abate Vidaurre de Jaén había sido un cura mercedario español que llegó a América en1620. En 1656 fue destituido de su cargo de Abate Mayor de la Orden Mercedaria por actos reñidos con la orden, muriendo por extrañas causas unos meses después. Una serie de cuadros de diversos pintores europeos fueron encontrados entre sus pertenencias y en todos ellos la blasfemia era la temática. Figuras sacras en actos libidinosos, vírgenes desnudas y regordetas en relaciones impúdicas con sátiros cabríos, santos lascivos en actitudes homosexuales…en realidad, era lujuria sacrosanta. En 1661 la orden mercedaria dio la instrucción de quemar todas esas pinturas.

 Un solo cuadro se salvó de la pira. “La virgen y la sombra”, que estaba inscrito en los registros del Abate pero jamás fue encontrado entre las obras de la serie

 ¡La pintura!

 Golpeé mi frente con la palma de mi mano. Claro…No estaba en su lugar. Había estado en el mismo despacho de Moraleda de Provoste y sólo vi su cuerpo mutilado y este documento.

La pintura había desaparecido de su lugar.

Todo en mi mente fue una confusión. No podía hilar una idea con otra. ¿El móvil del crimen había sido la pintura?…pero, ¿de un perfecto desconocido? Si era así, ¿yo estaba en peligro?

 Pasó un tiempo en el que debo reconocer viví algo atemorizado y muy pendiente de todo lo que me rodeaba, pero nada pasó y la vida siguió su ritmo normal. Nada se supo del o de los asesinos de mi amigo, el caso fue un enigma y como nadie informó del robo de la pintura, el caso quedó como una simple “crimen de crónica roja”.

Mis temores disminuyeron y no quise ir más allá. Ya había perdido a mi amigo, con eso había sido suficiente.

Una mañana, mientras tomaba mi habitual desayuno leyendo el periódico matinal  una corta noticia del diario detuvo mi café justo antes de sorber el primer sorbo.

 Bajo una foto a color de un hermoso cuadro renacentista de un Cristo flagelado, el artículo indicaba:

Orden Mercedaria Latinoamericana presentó ayer entre sus tesoros la pintura original “Cristo sostenido por dos ángeles” datada en 1490, obra de Giovanni Santi, padre de Rafael Sanzio, avaluada en más de 10 millones de dólares. El hallazgo de esta maravilla del arte perdida hace más de 500 años, fue bajo las capas de pintura del cuadro “La virgen y la sombra” de un pintor portugués del 1500 que trajo a Chile uno de los Abates Mercedarios de la época. “El cuadro siempre estuvo entre nosotros y nunca lo supimos” era la lacónica explicación del actual jerarca de la Orden.

Diez millones de dólares escondidos por casi 500 años. Ello justificaba con creces el asesinato de mi amigo y quizás cuantos actos deleznables más. ¿Los Curas Mercedarios, sacerdotes, educadores, piadosos y devotos estaban detrás de esto? ¿Cómo lo supieron?, por qué mi amigo Joaquín, tan erudito e informado no había sospechado al menos la razón por la cual dicha pintura había sobrevivido a la hoguera del pecado.

Hice memoria - ¿Recuerdas aquel cuadro que encontré en la colección de las Carmelitas hace unos años que se llamaba “La virgen y la sombra”?

Si, lo recordé. Todo se vino a mi mente.

Cinco años atrás, mientras trabajábamos en la restauración del mobiliario del Templo de las Carmelitas destruido parcialmente por los efectos de un sismo, nos topamos con la pintura.

 Revisando los pilares de sustentación hechos de piedra y artesonados de madera, bajamos al subterráneo y al remover algunos escombros encontramos una disimulada puerta tras un nicho. Nos costó bastante abrirla. La atmósfera allí adentro era de poco oxígeno, humedad y suciedad acumulada por siglos. El lugar no tenía más de un metro y medio de altura y unos diez metros cuadrados. Fue dificultoso entrar. Al recorrer el perímetro con una linterna tropezamos con aquel virginal rostro de la pintura. Estaba adosada al muro lateral ocupando todo el alto de la pequeña estancia.

Sacarla tampoco fue fácil, el marco casi formaba parte del muro por efectos del moho, la humedad y el tiempo.

 Nos sorprendió cuando la Madre superiora de la orden nos dijo que no le interesaba en lo más mínimo un cuadro así porque por una parte, la imagen no representaba a la Virgen del Carmen y por otra había algo muy “incómodo” en su realización. Creo que ella vio lo mismo que Joaquín vería después.

Mi amigo fallecido era un entusiasta del arte sacro y ofreció una atractiva suma de dinero, la cual fue muy bien aceptada por Las Carmelitas y así llegó esa pintura a su poder.

Volví a leer “El cuadro siempre estuvo entre nosotros nunca lo supimos” era la lacónica explicación del actual jerarca de la Orden. Eso era falso, según lo que averiguó posteriormente Joaquín, dicha pintura habría estado casi trescientos años escondida en el subterráneo de las Carmelitas.

Algo no calzaba. Probablemente El Abate Vidaurre de Jaén lo habría escondido allí, era casi un hecho que sabía lo que se ocultaba tras la pintura de Figueiredo y probablemente también fue asesinado por quienes querían el cuadro.

De pronto me di cuenta que yo era el único que conocía toda la verdad respecto al cuadro pintado por el padre de Rafael Sanzio que hoy obraba en poder de la curia, nadie más tenía la información que yo poseía.

Un ruido a mis espaldas me hizo voltear. 

martes, 27 de febrero de 2024

 Jaune et le chat noir


Era otoño, uno muy frío. Lucille Bertrand nació el año 1268 en Saint Didier una pequeña aldea de la región de Provenza. Nació causando dolor. Nadie sabe que mató a la partera que la trajo al mundo, pero su funeral fue al día siguiente con la tapa del cajón clavada. A los pocos días, cuando Lucille abrió los ojos todos quedaron atónitos, eran amarillos. Sería el otoño dijo su padre, será enfermedad sollozó la madre, será brujería pensó el párroco.

Desde entonces la gente de la aldea comenzó a llamarla Jaune – amarillo en francés - Cuando Jaune cumplió un año un gato quemado llegó desde el bosque con su pelo chamuscado, sucio y feroz y se acurrucó al lado de la niña. La madre trató de sacarlo pero fue arañada por el animal y también mordida por su hija. Tenía los ojos del mismo color de la niña y sus bigotes muy erizados. Jaune lo adoptó, Maturaine lo llamó cuando aprendió a hablar. Nunca más se separaron. El gato iba donde fuera la niña. Por las noches no dejaba que nadie se acercara sin engrifarse y gruñir. Una hermanita nació al cabo de dos años. Su madre para no perderla de vista ponía su cunita junto al hogar mientras hacía la comida y pedía a Jaune que la cuidara, quien la miraba con sus ojos amarillos. Sin explicación una mañana, en la que la madre salió por dos minutos de la vivienda a botar los orines de la noche anterior la cuna ardió con la pequeña en su interior. Desgraciadamente la hoguera había lanzado una chispa y esta había prendido la manta. La enterraron en el cementerio en un cajoncito blanco. 
Al cumplir la niña seis años la casa de la familia se quemó completamente sin explicación y murieron ambos padres. Jaune dejó el lugar con Maturaine en brazos y no volvió a ser vista en la aldea. Vivió por años en el bosque cercano a las Grutas de Thouzon con Maturaine, nadie sabe como sobrevivieron, pero si empezaron los rumores.

La leyenda decía que había aquelarres en los bosques provenzales durante las noches “amarillas y negras”, llamadas así porque los álamos otoñales eternos sobresalían como lanzas amarillas hacia el cielo al ser iluminados por el sol poniente sobre árboles negros y bajos.  Maturaine era negro. Los ojos de Lucille amarillos.
Maturaine nunca dejó sola a Lucille, incluso por las noches cazaba para ella. El tiempo pasaba en otoño permanente. Nunca en todos esos años hubo otra estación en los bosques.
Gritos supuestamente de brujas retumbaban en las cavernas las noches sin luna.

Aunque los leñadores de Saint Didier no entraban a la espesura de este, la codicia detrás de un álamo amarillo gigante fue letal para uno de ellos. El leñador fue encontrado destripado, sin uñas ni dientes. Doce rectángulos de piel le habían sido arrancados de cuajo. Doce asquerosos saquitos hechos con esa piel pendían de pelos sanguinolentos amarrados en un árbol sobre el cadáver. En el interior tenían los pelos, dientes y uñas.
Era el rito del retorno.

Una noche solitaria, el poblado de Saint Didier recibió nuevamente a Jaune y Maturaine. Habían pasado quince años. El otoño se instaló en la aldea desde ese día tal como lo había hecho en el bosque. Jaune que había aprendido a dominar la botánica y la cosmología se instaló en la vieja y derruida casa paterna.
El rumor llevó a una sicosis colectiva desde la llegada de la joven a Saint Didier:
Las brujas del bosque venían por las noches a reunirse con Jaune en sus escobas que volaban.
Por eso, el pueblo quedaba vacío en cuanto las puntas de los álamos se vestían de amarillo, las trancas desde adentro sonaban como una metálica sinfonía sin ritmo, las flamas de los hogares y teas dejaban de ser amarillas y se azulaban, un olor nauseabundo y azufroso recorría todos los rincones, los perros aullaban cada noche aterrados, los crucifijos inundaron puertas y ventanas.

Durante ese mes cuatro habitantes, dos hombres y dos mujeres, desaparecieron sin dejar rastros, saquitos sanguinolentos de carne, dientes y uñas empezaron a aparecer en arcadas y linderos, Saint Didier había entrado a la oscuridad del maleficarum.

Una noche del segundo mes, mientras la aldea dormía, el párroco se calcinó sin mediar llama ni combustible.

¡Definitivo. Era un acto de brujería!

El prohombre de la aldea reunió a su consejo y dictaminaron que Lucille Bertrand era la bruja detrás de todo. La encontraron en las ruinas de su casa quemada haciendo ritos paganos según dijo el alguacil. Fue apresada. El juicio fue inmediato aquella misma noche. Culpable, el martillo de las Brujas tenía una nueva condenada. Jaune alegó y lloró inocencia. Nadie le creyó. En la madrugada de esa misma noche, sobre el cadalso el fuego prendió como yesca sus faldas negras y Jaune ardió dando horribles gritos de dolor.

Entre la multitud congregada en la plaza, un hombre oscuro de mirada amarilla observaba la escena silente. Su fino bigote se erizó al percibir el olor de la carne quemada. Cuando el cadáver humeante de Jaune era un guiñapo, Maturaine caminó cabizbajo, por la Alameda de hojas amarillas. Miro hacia atrás y sonrío. No había huellas de su pasado. Esta vez iría a Avignon.

 

“El derramamiento de sangre repugna a la Iglesia, pero… el suplicio corporal, aplicado severamente por el poder civil, es un buen remedio para corregir los errores espirituales” San León I el Magno, Primero de los Papas apodados “Grandes de la Iglesia”

martes, 20 de febrero de 2024

 Ministro Noé

No me deja tranquilo jamás. Siempre anda con ideas y proyectos que a nada conducen, pero es el jefe, el presidente y hay que hacer lo que él determina…Putas, lo peor es que uno hace la pega y después el lindo aparece pavoneándose frente a la prensa como si él fuera el que hizo todo.

Esta vez el absurdo de su solicitud me hizo preguntarle si estaba seguro más de tres veces, en una de esas la señal del celular me estaba jugando una mala pasada. No fue así, después lo corroboró en un wasap.

Construye un Motel muy grande me dijo, de dimensiones casi gigantescas, con unas quinientas habitaciones para que todos puedan entrar a coger a sus anchas. Más encima la creatividad desatinada del jefe en sus aires de divo divino me exigió construirlo en el último piso del Costanera Center. ¡A más de ciento ochenta metros del suelo!
Como si los materiales de construcción fuera muy fácil trasladarlos por la misma mierda.

Al menos había presupuesto. La Contraloría había dicho que no había restricción presupuestaria para este proyecto del Presidente, así que hice como que licitaba pero le di el proyecto a los amigos de Molina Morel a cambio de alguna cosita poca. La construcción allá arriba costaría varios cientos de millones de dólares, por la altura y también por la urgencia. Me extraño que Paullman ni chistara.

La construcción fue rapidísima. Ya se acercaba la fecha de la inauguración y estaba pensando pedirme una semanita sin goce de sueldo para irme a Miami, cuando un nuevo llamado del jefe  me descolocó. 

- Hola guatón – me dijo - Ahora tenís tres días para llenar el Motel de parejas.

Lo único que faltaba es que más encima me dedicara yo a buscar las parejas de amantes que coparían el Motel en la inauguración. Y lo peor es que no eran cualquier pareja, tenían que ser elegidos y seleccionados.  Yo cacho que el jefe es medio raro. Anda solo para todos lados, pero igual le gusta la gueaita…

Con respecto a los pasajeros del motel me exigió diversidad y pluralismo, argumentando que debíamos extirpar de una la xenofobia, la homofobia y cualquier otra fobia del mundo y él como ama las portadas y las entrevistas  me pidió de todo un poco, ojalá todas de diferentes razas,  weones bien hechos, minas ricas y buenas pal puntete.

Así empezó el reclutamiento.
Blancos tipo chilensis; ni un problem Boss.
Blancos eslavos, con un par de Elmer de camisa blanca zafé rápido.
Blancos hugonotes en el Club Manquehue agarré un par sin drama. Los gringos los encontré en el mall de Los Trapenses.
Blancos más tipo eurolatinos en el Stadio Italiano o el Stade.
Amarillos asiáticos, un par de coreanos de Patronato y en la rotonda Atenas capté una pareja de chinos del restaurant picante de la esquina.
Japoneses reclutados en un sushi. Los indonesios, los de Java y los tailandeses fueron más difícil pero zafé bien con unos cartelitos en la Mahindra y el Majestic del centro.
...Con los negros la cosa se puso negra…hay tanto tipo de negro por la chucha!
Negros café con leche como de pobla “mi intidí” mmmhh colombiano poh, a esos les encanta el merecumbé!
Negros súper ocho súper fácil. Con una moneda de quina agarré de veinte diferentes oscuridades en la estación central.
Los negros azulosos fueron más difíciles, onda namibios o tanzanos…los pacos me los trajeron de los consulados y listo!
Estaban los negros indios o pakistanís que son como de otro tono de pantone, son medios morados y ojerosos. Los encontré en Manuel Montt con la Costanera.
A los Judíos les pagué 20 lucas para que subieran, los judíos jasídicos de trenzas los mandé raptar – nadie los va a echar de menos – árabes y toda la manga de narizotas las reclutamos en el Estadio Palestino, el Sirio y el Colegio Arabe.
También encontramos poilinésicos, celtas, irlandeses, centroamericanos, lapones, kurdos y hasta chiítas.
Así, durante tres días suma que mete parejas al motel recién inaugurado y todos una vez hecho el check in se iban derechito al bar a pedir pisco sour, martinis, aperol, espumante, cerveza y a cantar a viva voz en cuello en vez de ir a tirar…y yo, con cada mina que entraba me quería re morir, pero na ni na.
Toy raja, no valgo ni una callampa.
Me tomo un pisco sour catedral al seco y me quedo mirando el horizonte que está muy negro y ecapotado con la lluvia.
Le he hecho caso en todo al Presidente, total es el jefe e igual me pagan bien por sus caprichos asi que para que nadie me guevee finjo que he sido una persona normal durante tres días seguidos y sigue lloviendo.
Suena el celular. Es el jefe:

-          Qiubo guatón,  ¿tenís disponibles unas cuarenta habitaciones?

-          ¿Qué?, jefe si me dijo que llenara esta mole poh

-          Pero no tení que ser tan literal poh guatón…no veís que tengo algunos cuoteos pendientes

-          Pa que vengan a tirar?

-          No cachai nada guatón…van a llover más de dos meses seguidos….

-          Cha jefe, ¿se imagina la cagadita que quedaría?

-           No si es cierto weón, así que desocupa las cuarenta piezas que te dije y pon el puente esta noche tipín diez.

-          ¿Van a llegar todos juntos?

-          Oye…nunca leíste la Biblia? Esperanos esta noche y después cerrai la puerta del motel por fuera por pajarón…chaito

 

sábado, 10 de febrero de 2024

 El Príncipe y el sol 1

 

Su mirada penetrante oteaba un horizonte que parecía no terminar.  Algo le inquietaba en la distancia azul, en la distancia profunda. Su boca tenía un rictus mezcla de asombro y pregunta. Sus labios se entornaban en un gesto entre fruncido y pueril. La agudeza de aquel par de ansiosos ojos no le permitían conformar en la retina verde el encuentro con el objeto de su curiosidad. Su boca no se movía, su estampa, tampoco. Miraba. Esperaba.

Las manos y pies desnudos, le dotaban de un aspecto cotidiano y frágil, más él era un Príncipe en una de sus primeras misiones, esas que le consagrarían el camino, esas en las que podría descubrir, aquilatar o deshechar, esas con las que todo su ser infantil palpitaba.  Con sus pequeñas y regordetas manos se acomodó la visera del kepis para que el sol no perturbara sus pupilas celestes y mucho menos su misión. Miraba. Esperaba con paciencia.

 

Sus pies estaban firmes en la arena dorada de aquella playa en la cual veraneaba con sus padres y hermanos, más él no se contentaba sólo con bañarse o jugar a la pelota, él tenía en su fuero íntimo la adrenalina y el vigor de descubrirlo todo, de respuesta a sus interrogantes de niño de seis años.

 

Desde muy lejos, un enorme horizonte le devolvió su contemplación. Aquel ser pequeño y lejano que le escudriñaba impertérrito desde la orilla de ese mar cobalto, le llamaba la atención.

¿Qué secreto quería descubrir en él ese diminuto punto desde la tierra?,

¿Habría algo mal en la conformación de las nubes, de las aves, del cielo o del atardecer ese día?

No, imposible, el horizonte no yerra, es más, el horizonte es perfecto…por eso, en su perfección, también se conmovió y se doblegó frente a este minúsculo Príncipe.

Lo cautivaría hoy, lo cautivaría por siempre.

 

De súbito, un dorado rayo de sol penetró una esponjosa nube y una formación de gaviotas aleteó sobre aquel hueco azul anaranjado entre nubes tenues y felices.


Ello provocó la más feliz admiración de aquel impertinente y hermoso Príncipe terrenal de visera, pantalón arremangado y pies desnudos.

Había logrado cumplir su misión de ese instante, el gentil horizonte, vasto y perfecto lo había premiado.

Una maravillosa e ingenua sonrisa iluminó su mirada infantil.

 

 

 

El Príncipe y el sol 2

 

 

El sol estaba en lo alto esa mañana calurosa. El partido era en el colegio rival, aquel clásico que les había sido esquivo de ganar desde hacía más de cinco años. Las burlas se repetían durante meses para el equipo perdedor.

El no era titular, por lo general estaba en el banco de suplentes alentando a sus compañeros cómo el que más. Los padres y hermanos hacían fuerza desde las pequeñas graderías cómo si la vida se les fuese en ello.

La imponente cordillera nevada al fondo sostenía en sus picos tenues y blancas nubes que apenas se movían, quizás pendientes del disputado partido que jugaban allá abajo esta veintena de pre adolescentes. Él la miraba entre jugada y jugada.

 

Faltaba muy poco y el resultado era cero a cero, lo que favorecía a sus oponentes azules que nunca habían perdido un penal en alguna definición. No había cómo entrar en una defensa de once chicos obsesionados con levantar nuevamente la gran copa dorada para sus colores.
El capitán y el goleador rojo desbordó por la derecha y cuando iba a rematar, un grandulón de azul lo barre y le obliga a abandonar la cancha lesionado.

 

El Príncipe tiene la responsabilidad de reemplazarlo. Nervioso entra y escucha a entrenador que le dice a él y a todos sus compañeros que vayan al área rival a aprovechar aquel tiro libre propiciado por la falta del grandote.

El área está poblada de camisetas rojas y azules. El principito no escucha nada, todo es silencio absoluto. Distingue a su padre en la galería transmitiéndole amor con su mirada, ve a su entrenador gesticular, sus oponentes lo cercan, el arco de tubos blancos con su red intacta parece burlarse de los chicos de rojo, todo en un insoportable silencio.  Como siempre, desde que era aún muy pequeño cumple su rito. Dirige su mirada hacia el cielo, sus amigas nubes están allí, en paz quietas, dulces. El sol aún no ha llegado a hacerles la compañía de los ocasos. La celeste bóveda lo acoge y le da la paz y tranquilidad. Los nervios súbitamente claudican.

El pito del árbitro lo saca de su ensoñamiento. Ahora todo es adrenalina y acción. Dirige su vista a la dirección en la que vendrá ese último balón antes de terminar el match.
Ve la sombra de la esfera que hace una elipse desde fuera del área y de súbito el radiante sol, ausente en su contemplación reciente,  da en sus verdes pupilas encegueciéndolo por completo en ese instante tan importante para él…de inmediato, un golpe fuerte da en su sien derecha y el tiempo se detiene. La pelota que acaba de rebotar en su cabeza cambia absolutamente su trayectoria descolocando a sus dos marcadores y también a un arquero gigantón. El balón entra al arco por el ángulo superior derecho e infla las redes. Es el gol de la Copa, es el gol de la gloria, es el gol soñado. Gooool se escucha, un piño de niños de rojo se abalanzan sobre él, que alcanza a ver el orgullo reflejado en la mirada húmeda de su padre, el flamear de banderas de su colegio antes de caer de espaldas con los abrazos y risas de sus compañeros. Distingue que efectivamente esas coquetas nubes se habían quedado suspendidas allá arriba para ver su hazaña. Ríe

.

De súbito, un dorado rayo de sol brilló sobre aquella copa dorada y una formación de chicos de doce años saltaron y rieron felices sobre la tarima que daba la espalda a un horizonte con nubes tenues y felices .

 

 

 

 

El Príncipe y el sol 3

 

Su mirada penetrante miraba a fondo aquella imagen del microscopio electrónico tal cómo en los últimos mil doscientos veinte ocho días. No había dormido más de cuatro horas seguidas jamás en ese último año. El acucioso trabajo de investigación sobre los efectos de aquellas semillas asiáticas mixturadas con la sabia de helechos tropicales había abierto un enorme caudal de pruebas, ensayos y fracasos. El tiempo y los recursos se agotaban en aquel laboratorio financiado por una importante ONG y patrocinado por la Organización Mundial de la Salud.

 

Para su desazón, nada alteraba el comportamiento de aquellas células, en la distancia profunda. Su boca tenía un rictus mezcla de asombro y pregunta. Sus labios se entornaban en un gesto entre fruncido y nervioso. La agudeza de aquel par de ansiosos ojos no le permitían conformar en la retina verde el encuentro con el objeto de su curiosidad. Su boca no se movía, su cuerpo tampoco. Miraba. Tenía que esperar unos minutos.

 

Se echo hacia atrás en su silla con ruedas y sin levantarse se impulsó hacia la ventana del moderno laboratorio que se encontraba emplazado frente al mar, sobre las doradas arenas de una playa de la costa oeste. Una vez más el horizonte comenzaba a regalar la obra perfecta de una nueva puesta de sol. Las gordas nubes ya estaban alineadas sobre el Pacífico y un tono anaranjado comenzaba a invadirlas. El eje lo marcaba el astro amarillo que intensificaba sus tonos rojos en desmedro de los más claros. Él lo observó con nostalgia.

El sol le regaló en exactamente tres minutos y medio el paso desde su calidad de circunferencia perfecta hasta ser un espectro rojizo anaranjado, inundando las nubes ahora desde abajo…desde China pensó….Asia….semillas asiáticas….el ruido del laboratorio volvió a su cabeza.

 

Sus ojos retenían aún el fantasma de la circunferencia amarilla del sol cuando volvió a su puesto de trabajo. Todo ocurrió repentinamente ante ellos. Las mortales células cancerígenas, imbatibles y casi burlonas con los cientos de intentos anteriores empezaron a desaparecer mágicamente de la pantalla. Casi cómo globos de cumpleaños que van siendo reventando por un invisible alfiler uno a uno. La imagen empezó a tornarse a un color celeste. El gris oscuro de las células rescindía, desaparecía, esta era la fórmula correcta, por fin había dado con ella. Hoy la vida estaba ganando esta batalla, no lo podía creer, gritó tan fuerte cómo pudo, saltó, llegaron sus colegas corriendo con sus ojos puestos en el monitor led, todos eran parte del proyecto, un piño de científicos de blancos delantales se abrazaron y gritaron eufóricos.

El Príncipe dirigió su vista a la ventana. El naranjo era más intenso y el lila empezaba a fulgurar más arriba. Las enormes nubes eran un crisol de colores tardíos. Esta vez, en vez de sonreír, sus ojos se llenaron de lágrimas

 

De súbito, un dorado fulgor brilló sobre aquellas nubes doradas mientras un grupo de hombres y mujeres se abrazaban felices frente a un horizonte de nubes tenues y felices .

 

 

domingo, 28 de enero de 2024

 

Estrella

 

Tenía once años el día aquel en el Colegio, cuando una compañera me dijo: Estrella, tú eres una gorda…¡Gorda! ¡Gorda! Empezaron a cantarme todos. Llegué a casa llorando y casi ocultándome de todos me fui directo al dormitorio de mi mamá ya que allí, detrás de su gran armario estaba el único espejo de tamaño cuerpo entero que había en la casa. Yo solo me miraba la cara en las mañanas al lavarme los dientes o peinarme, pero el conjunto entero no recordaba haberlo visto recientemente y si una estúpida compañera me había dicho gorda, tendría que verlo con mis propios ojos.

Con mucha cautela me saqué el chaleco azul y me bajé la falda gris del colegio. Quedé frente al espejo en mis ballerinas también azules y mi camisa blanca con los negros zapatones. Me veía ridículamente mal hecha, como un dibujo animado. Mis piernas eran dos palos flacos que sostenían un cuerpo por decirlo menos, muy mal hecho….Nooo! era una figura amorfa, descomunalmente mal formada, sin ninguna proporción “vitrubiana”, era un esperpento horroroso y con mucha razón me había tildado de gorda porque mi barriga parecía una mitad de sandía. Rompí a llorar y tomando mis cosas corrí a mi cuarto con el firme propósito de no salir nunca más de allí en mi vida. Me tiré a mi cama y debo haber llorado unas ochocientas horas desconsolada y herida en mi orgullo más íntimo. Bueno, lo de las ochocientas horas no es tan así porque el pesado de Bruno, mi hermano mayor llegó a golpear diciendo que la once estaba servida.

Con desgano me vestí, por supuesto me puse un chaleco ancho porque no quería que toda mi familia reparara en el elefante que tenían en casa y bajé. Nadie me miró. Estaba el insoportable de Bruno y el ultra molestoso Agustín, mi hermano menor. Mi mamá me preguntó que si había estado llorando y lo negué.

En la mesa había marraquetas calientitas, palta y jamón para hacerse un sándwich morrocotudo y acompañar el té con leche…Nada de eso, en ese instante decidí dejar de comer. Quería verme como mi nombre lo indicaba, como una estrella, una estrella famosa, una estrella inolvidable.

Solo me serví una taza de té y cuando mi mamá me preguntó por qué no comía, el idiota de Bruno dijo que era porque estaba enamorada…pedazo de perno, cabeza de alcornoque, saco de plomo   – Todo eso lo pensé - porque si lo digo me habría llegado un reto.

A la media hora tenía hambre así que me tomé dos vasos de agua y esperé hasta la hora de la cena cuando llegaba el papá de su oficina. Esa noche había espaguetis con salsa boloñesa, irresistible pero inventé un dolor de guata y la mamá solo me hizo una sopa y me la llevó a mi dormitorio.

Sería una estrella.
Bebí más agua

A la mañana siguiente mataba por una tostada con mantequilla y mermelada de damasco, pero mi fuerza de voluntad fue mayor. Más agua y más té.

Así establecí una rutina de comer casi nada o lo justo, tomando litros de agua cada día y como vivía entre dos trogloditas que se comían hasta las piedras, yo les compartía gran parte de mis raciones a cambio de unas moneditas, bolitas, láminas de algún álbum o lo que fuera necesario para mantener la abstinencia alimentaria. Empecé a bajar de peso rápidamente, a sentirme más liviana, a mirarme al espejo y ver menos volumen. Estaba en el camino del estrellato.

Durante la primera semana bajé un kilo exacto según la pesa del dormitorio de mis papás. Al terminar el primer mes ya eran cuatro y medio kilos menos. El espejo empezaba a mostrar a una chica sin regordetes contornos pero, aún debía ser más delgada. Seguí comiendo lo justo y cada día mis raciones eran más chicas y mis papás, que al principio pensaron que estaba enferma y se preocuparon, dejaron de hacerlo y entendieron que tenían una hija hermosamente flaca. En dos meses dejé de ser la niña esperpento y me transformé en la niña leve, de levedad. Y esto lo digo porque me comenzaron a pasar cosas que antes no ocurrían jamás.

Por ejemplo un día de vuelta del cole hubo un fuerte ventarrón y no pude sostenerme en el suelo y debo haber levitado unos cuarenta o cincuenta centímetros hacia atrás junto con las hojas de otoño.

Cuando pasaba frente a una vitrina a veces no me alcanzaba a ver de lo flaca que estaba. Otro día unos niños jugaban al balón en el patio del colegio y después de un chute este fue a dar al techo del gimnasio. Los chicos trataron de subir infructuosamente hasta que yo les dije que iría por él a cambio de un aplauso. Esperé la brisa y usando el chaleco como capa abrí mis brazos y subí los cinco metros necesarios, tomé el balón y bajé suavemente a dejárselos. Frente al aplauso les hice una reverencia como lo haría cualquier estrella después de una función.

Me di cuenta que ya casi no tenía sombra, lo que me hacía muy feliz. La idiota que me había dicho gorda ya ni me miraba de vergüenza porque a mi lado ella era ahora un rinoceronte sin cacho. Uf, estaba feliz.

Una tarde de sábado mientras papá ponía unas carnes a la parrilla mi mamá se puso a regar el jardín y de pronto algo tapó la salida del agua y no pudo seguir. Molesta se entró a buscar alguna herramienta para desbloquearla, instante que aproveché para meter mi brazo por la manguera y sacar una piedrecita que se había atorado al interior. Nunca había tenido mi brazo y mi mano dentro de una manguera. Bonito

Cuando nos sentábamos a la mesa, mi papá me amarraba las piernas a la silla para que no me volara y pudiera estar con ellos. A veces también me echaban piedras en los bolsillos y eso me mantenía a ras de suelo. Mi ración de carne era como la punta del meñique y comía muchas ensaladas verdes y rojas con harto limón y sal, nada de oliva. Estaba realmente feliz. Además, ya se acercaba mi cumpleaños número doce y vendrían a saludarme todas mis compañeras y compañeros, amigos del barrio, mis primos y primas y yo sería la más flaca, la estrella de ese día y todas se morirían por ser como yo.

Llegó el gran día, mi mamá me había hecho un bello vestido usando solo 25 cms de ancho de una linda tela y con lo que sobró me hizo un hermoso rosetón para poder verme, o mejor dicho para que los invitados me pudieran ver.

A las cuatro de la tarde empezaron a llegar chicos y chicas, todos eran gordos, todos eran elefantiásticos o rinocerontiásticos, ninguno se salvaba, pero en fin había que aceptarlos así. La que me había dicho gorda ahora se parecía a Miss Piggy y no me daba la cara.

El jardín estaba hermoso, una gran torta con doce velas que decía “Feliz Cumple Estrellita” al medio de una larga mesa con sillas para la veintena de invitados y al lado iban dejando sus regalos. Un precioso arreglo con doce grandes globos que decían  C U M P L E A Ñ O S  1 2 estaba en la cabecera, donde yo me sentaría a gozar de mi grandiosa fiesta como la estrella del día. Flaca regia, linda y preciosa.

Mi mamá prendió las velas mientras mi papá filmaba con la vieja 8 mm del abuelo aquel evento. En un momento todos dirigieron su mirada hacia mí y entonaron el clásico Cumpleaños Feliz. Yo estaba realmente emocionada, tanto que me subí a la silla para verlos a todos y me afirmé de los doce globos que coronaban la mesa y sin darme cuenta, los saqué de su amarra. Los globos eran grandes y estaban inflados con helio y de inmediato, justo en el estribillo “….que los cumplas feliz...” me empecé a elevar. No me atreví a soltar los globos y sin darme cuenta ya estaba a dos, tres, cinco, siete metros. Cada vez la mesa y las caras de los 20 niños con sus bocas abiertas se achicaban más, mamá gritaba y me decía que me soltara, papá seguía filmando y corría por el pasto. La casa quedó chica, vi las casas de los vecinos que también me miraban con los ojos como huevos fritos y no sabían que hacer. Las calle empezaron a verse chiquitas, los autos parecían de juguete y seguía subiendo sin parar.

Deben haber pasado muchos minutos y yo no me soltaba de los globos que seguían su camino hacia el universo sin alterarse, llevando con ellos a la chica más flaca y más guapa que había existido hasta entonces. Cuando vi el límite del océano pacífico con las playas de la costa me di cuenta que ya no tenía como volver a casa y aunque me soltara ya no bajaría. Cuando ya veía la redondez del horizonte y el límite oscuro de la estratósfera, los globos empezaron a reventarse Pum….Pum….Pum…..Pum….Pum….Pum….Pum….Pum….Pum…..Pum….Pum….Pum…. nada, me quedé sin globos y seguí flotando y subiendo hasta el cielo que de azul pasó a negro y mi casa a ser una enorme esfera azul que se empezaba a alejar cada vez más. Pasé junto a la hermosa – pero gorda – luna y seguí mi viaje hacia alguna lejana constelación.

El día de mi cumpleaños número 12 me transformé en la estrella más delgada y guapa del universo.

lunes, 8 de enero de 2024

El loop de la Puerta








  • -      Mi familia ha pedido no dejarle traspasar esta puerta.
  • -          ¿Qué sugiere usted entonces?
  • -          Pues que no la cruce
  • -          ¿Que no cruce qué?
  • -          La puerta
  • -          ¿esta puerta?
  • -          Si, esa puerta
  • -          ¿Y la de allá?
  • -          Tampoco, no ve que es la misma propiedad
  • -          Pero su familia ha dicho que no traspase esta puerta…no esa
  • -          Pero es lo mismo
  • -          ¿Cómo va a ser lo mismo? Esta puerta es café y está barnizada, en cambio aquella está pintada blanca.
  • -          Hombre, pero por ambas se entra a la propiedad de mi familia.
  • -          Entonces que sean claros
  • -          ¿Quiénes?
  • -          Pues tu familia
  • -          Bueno, mi familia ha pedido que no entre usted a nuestra casa
  • -          Entonces puedo traspasar esta puerta?
  • -          Que no! Que no puedes!
  • -          Pero si cruzo esta puerta no entro a su casa, entro al jardín de la pileta.
  • -          Pero el jardín de la pileta es parte de mi casa!
  • -          No le entiendo, una casa está rodeada de murallas y el jardín no lo está.
  • -          ¿Qué pretende?
  • -          Nada, en realidad no me interesa cruzar esta puerta ni ver a su familia
  • -          ¿Cómo? Después de todo no le interesa entrar
  • -          No
  • -          Pero hombre, que tiene usted en contra de mi familia
  • -          Nada
  • -          ¿Entonces?
  • -          Es que no me apetece, ya. ¡Y no me insista que me enojo!
  • -          Pero obvio que le insisto, o acaso tenemos la peste? Entre ya
  • -          Que no
  • -          Que si
  • -          Me voy
  • -          Maleducado, eso es lo que es, un mal educado y un mal agradecido.
  • -          No insista.
  • -          Pues insisto.
  • -          Uf, no soporto esto…está bien. Voy a cruzar el umbral.
  • -          Mi familia ha pedido no dejarle traspasar esta puerta.
  • -          ¿Qué sugiere usted entonces?
  • -          Pues que no la cruce


jueves, 30 de noviembre de 2023

 

Todo depende del ángulo desde donde se mire

 

En la Mesa 12

 

-          Hola Maite, que bueno verte bien…

-          ¿Bien?, no, para nada. Todo esto ha sido súper desgastante

-          Si, lo sé, pero debemos afrontarlo

-          ¿debemos?, escúchame bien, esto es en singular, ya no existe el plural, ¡tú lo mataste!

-          Pero por Dios Maite!...otra vez quieres que te lo explique?

-          Nooooo, nada que explicar, ya está hecho Jaime bueno, dejémoslo así…

-          Tratemos de no herirnos más por favor Maite

-          Está bien…¿Que tienes allí?

-          Lo que te dije por teléfono.

-          ¿Ahora?, ¿ya?

-          Si…está dentro de este paquete…

-          Mmhhh, que inocente se ve en ese papel marrón…¿puedo?

-          ….Por favor, espera un minuto….

-          ¿Por qué?, ¿necesitas tiempo para huir?

-          Maite, quiero que sepas de mis labios que esto, eh.. que esto no ha sido simple…

-          Pero Jaime

-          Nada de peros por favor. Sabes por qué ¿no?

-          Si…lo sé

-          Abre el sobre cuando estés más tranquila.

-          Jaaa, si es requisito nunca lo haré…¿qué miras para fuera?

-          Me está esperando

-          ¿Cómo? Aparte de todo te trajo y te dijo “ve y hazlo”

-          No, no es eso…

-          Si, si es eso! Te faltó coraje, te faltaron pantalones!

-          Ha sido tan difícil

-          Me tengo que ir…me espera afuera…¿te puedo dar un beso?

-          Ve y si…si quiero ese último beso...y toma esto

 

Desde  la Mesa 10

 

-          Falsa alarma jefe, es un galán rompiendo con su querida

-          ¿Estás seguro? ¿Y el paquete?

-          Escuché todo lo que se dijeron y el paquete es seguramente un regalito de despedida. Afuera está la mujer de él esperándolo con cara de orto, de hecho la veo.

-          Uhhhh, flor de macabeo. Bueno sigue atento, sabemos que la entrega es hoy y todo dice que será acá

-          Yap…Vigilaré la mesa 14. Se ven sospechosos esos dos.

 

Desde la Mesa 14

 

-          Mhhh, es guapa la chica de esa mesa

-          Si, y creo que se quedará solita, le están dando la cortada parece…

-          …pobrecita y querrá que la consuelen….

-          Chiss, medio paquetito de despedida que le entregó el tipo

-          Chiiisss es si que es pagar caro una cortada, jajaja…joyas, perfume, que podrá ser?

-          Las cartas, las fotos, los videos hot, anda a saber que tanta cochiná juntaron, jajaja

 

 

Desde la Mesa 8

 

-          Te apuesto que el tipo es casado y está terminando con ella

-          Pobrecita, y ella le creyó toda la típica cantinela del macho herido…

-          Si. Que estoy mal con mi mujer y que me voy a separar y que tú me entiendes y que eres a quien quiero

-          Y la tonta se abrió de piernas ¡y se enamoró!

-          Y el tipo ahora le entrega de vuelta todas sus cartas y fotos. Hombre básico, neardenthal…y maricón

-          Mira afuera, en el auto. Seguramente es su mujer. No se le mueve un músculo.

-          Ella manda, le debe haber dado 2 minutos para despedirse de su querida.

-          Que tipejo más indigno….

 

 

Desde la Barra

 

-          Oye, ¿esa pareja de la mesa doce no ha pedido nada?

-          No…desde que llegaron solo han conversado

-          Acércate y pásales la carta, mira que esto es un negocio

-          Ok

-          Chsss y parece que hasta cocaví traen en ese paquetito. Ya apúrate!

 

Desde la calle

 

-          Lo que es la vida de ricos. Allá adentro calientitos y gastando

-          Si, y después se van a sus tremendas casas

-          Y más encima con cara de tragedia…

-          ¡Tragedia es vivir en la calle!

-          Los ricos puh, Mira hasta de regalito se va esa mujer y ni se alegra

-          …que envidia!

-          Ya viejita, sigamos…¿Viste esos tarros del frente?

-          No, vamos a mirar si encontramos algo.

 

En la Mesa 12

 

-          Adiós, no te olvidaré

-          Vete ya, ella te espera

 

Desde la Mesa 8

 

-          Ahí se va el tipo…desgraciado!!...¿y si la invitamos a un café a la pobre?

-          ¿Causa común con el género?

 

Desde la Mesa 14

 

-          ¡Ya! Se quedó solita compadre…a esperar que se vaya. Igual cacha las minas de la mesa 8, también tan bien potables…

 

Desde la Barra

 

-          Mmhh, el tipo se va sin consumir. Obvio que ella se va a ir en un par de minutos sin pedir nada!

Auto estacionado afuera

-          Listo, la entrega está hecha

-          ¡Excelente!

-          Creo que todo salió perfecto

-          ¡Felicitaciones! Fue una gran actuación de los dos

-          Si, pero ella lo hizo increíble, casi lloró!

-          …hasta yo les creí (risas)

-          Vamos, hay que avisar al Boss

 

 

 

 

 



  La Virgen y la sombra A las dos de la madrugada Joaquín Moraleda de Provoste me llamó por teléfono. Una llamada inquietante de alguien q...