lunes, 20 de agosto de 2018

Musa


Salí algo contrariado de la sala de clases. Enfilé rápidamente mi auto hacia mi departamento, tenía que llegar antes que se fuera esa noche. Apreté mis pensamientos y los mantuve herméticos hasta que abrí la puerta y entré.
Prendí luces y descorché una botella de Merlot. Aflojé mi corbata y con una copa de vino en la mano me senté.
Ella de inmediato se hizo presente.

-        ¿Cómo te fue? Me preguntó
-        No lo sé…parece que no muy bien…cómo que no entendí el trabajo que tenía que hacer…
-        Pero acaso ¿no fue claro lo que escribimos?
-        Sí, pero se nos pedía perfilar aún más al protagonista de la novela…
-        ¿Cómo?, dando la talla, estatura, peso y estado civil – dijo echándose a reír burlonamente.
-        No a ese nivel, no seas básica por favor.
-        ¿Yo básica?, ¡Recuerda que soy una crítica de arte!, es tu taller de escritura el que parece ser bastante básico si es que allí no logran hacerse una idea clara de quién es el personaje literario a través de su accionar, más que una simplona descripción.
-        Pero Oriana, no todos tienen tu forma de ver el mundo. Tienes la fortuna de poseer cientos de personalidades
-        Afortunadamente, debes reconocer que ese es un don que demuestro cada vez que me creas y que curiosamente tú careces.
-        Detén tu soberbia, déjame tranquilo un rato por favor.
-         ¿Con quién crees qué hablas? He hecho los mejores esfuerzos por representar a una mujer fría, déspota y exitosa y aun así no pudiste persuadirlos de quién soy.
-        Lo que pasó es que casi todos los otros trabajos fueron bastante descriptivos…
-        Elementales querrás decir….
-        No, para nada, sus trabajos respondieron a lo que pidió el profesor. Yo me dejé llevar por tu esnobismo y no se entendió.

Me sentí algo incómodo con su reacción. No sabía que también era vanidosa y despectiva. Aparentemente su crítica no se centraba sólo en el arte ni en las galerías parisinas. Probablemente tendría que hacer algunos cambios en su personalidad.
Bebí un sorbo de mi copa

-        A propósito, - dije - no les gustó mucho que la trama se desarrollara en París, lo consideraron muy manido.
-        ¿y en qué ciudad habrían puesto a Oriana Chedid?, ¿aquí?, ¿en Guayaquil?, ¿en Oslo?, jaja…
-        Ah y si bien no tiene que ver contigo, Silvia me comentó que el apellido de tu rival, Stenko, no era polaco
-        Entonces rebautízalo…ehh,…ya sé…Lukasz Walesa, ahí si ¿no?
-        Pero ¿por qué estás tan molesta?
-        ¡¿Sabes por qué?!
Porque haces lo que quieres conmigo y lo sabes. Yo siempre estoy a tu lado, dispuesta a ayudarte en todas tus narraciones de la mejor forma. Nunca me dejas descansar y jamás te lo reprocho. Si tengo que ser una arrogante crítica parisina, lo soy, si tengo que ser una muerta dentro de un cajón toqueteada por un enfermo, lo soy, si tengo que engordar, mostrar las piernas y sonreír con un masticable entre mis dientes, también. Revisa tus escritos, por lo menos he sido cincuenta mujeres diferentes…. ¿no crees que es extenuante?
-        Obvio que lo sé, y siempre has demostrado tu versatilidad y actitud, pero no puedes esperar que cada cosa que escriba en la que participes sea exitosa…
-        No se trata de eso, no quiero perder el tiempo, sé que tengo talento, sé que me puedo amoldar a cualquier papel, a cualquier mujer que salga de tu mente, pero por lo menos preocúpate de establecer perfiles congruentes conmigo, con mi género, con mis anhelos, mis sueños….
-        Ufff, recuerda que soy hombre y si bien he desarrollado bastante mi lado femenino no siempre es fácil. ¡Somos un equipo y como tal en más de alguna oportunidad te he tenido que preguntar la reacción o pensamiento femenino ante un evento o situación!
-        Y haces bien. Sabes que no podemos estar separados, salvo que decidas escribir una narración en la que todos los personajes sean hombres patéticamente aburridos…y eso definitivamente se aleja de tus sueños literarios, ¿no?
-        Sí. Así es…

Tenía razón, ella siempre ha estado ahí, a mi lado, esperando la oportunidad y demostrando todo su oficio, su perfección, su versatilidad, su adaptación a las ideas.

-        Y cuál es tu nueva tarea, preguntó ella.
-        Mmhhh, ahora tengo que escribir un cuento libre….
-        ¿de lo que sea?
-        Si, libertad absoluta
-        Bueno, ya sabes, aquí estoy
-        ¿En serio?, es que te vi tan molesta…
-        No a mí…la molesta era Oriana
-        Mmhh, tienes razón, tiendo a confundirte con tus personajes.
-        Jaja, yo también… ¿y qué has pensado para tu cuento?
-        La pequeña y profunda historia interior de otra mujer
-        Oh, qué desafiante… ¿de quién?
-        De una mujer pascuense, de una mujer de fuego…. ¿te atreves?
-        A ver, te lo vuelvo a aclarar…no es que yo me atreva o no, eres tú. ¿Crees que puedes escribir desde las entrañas de esa mujer?
-        Sí, creo que sí.
-        Muy bien, entonces créame, aquí estoy.




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